Boutique Prozac


Binevenidos de nuevo a su Boutique Prozac ubicada en la calle esperanza esquina con soledad, a un lado del hotelucho donde se oye crujir la cama en la que se acuesta la razón con el deseo. Pasen todos, tenemos grandes ofertas!





Friday, December 28, 2007

Diez años y dos cuadras


Hoy te vi de nuevo y sentí que habías subido un poco de peso cuando te aventaste a mis brazos desde el escalón de tu puerta. Platicamos muy poco y me desperté.

Hace poco te había visto otra vez en diferente escena y através del mismo formato onírico, te lo platiqué, solo que tus conversaciones en el mensajero son unidireccionales y trato de no hacerme el sentido, imaginando que a tu teclado le falla la tecla interrogativa.


Estaba planchando una camisa blanca pensando que iría a buscarte al único lugar donde me dejabas verte (y eso porque no podías prohibir el verte a nadie de los que ibamos; en un bar se prohibe meter drogas, pelear, tocar traseros, pero no se prohibe ver, y de eso tomabamos ventaja muchos de los idiotas de la barra que seguramente ibamos a lo mismo).

Me puse la camisa blanca y me amarré el cabello con una liga negra, de esas que me regalaban mis seminovias; salí caminando de mi casa y llegué a la barra donde te compré un vodka tonic con síndrome de infertilidad, incapáz de fecundar la respuesta de un teléfono o dirección;
me resignaba cuando decías que ese bar era el único lugar donde podía encontrarte y te creí desde un principio que te llamabas como la cuñada de Napoleón: Désirée, aunque yo prefiriera Desire.

Una vez escribí un poema en el metro de Los Angeles que sepulté en mi cartera sin una esperanza de verte otra vez, había perdido cualquier pista de tu locación en turno y en ese tiempo me sentí extraviado, en ese tiempo cuando el mundo no era tan pequeño.


El papelito vio de nuevo la luz y terminó su condena de pasear por la vida en una de mis nalgas; fue en un concierto en la misma ciudad de la camisa blanca y el vodka estéril donde fui corriendo a saludarte aprovechando que tu compañero (que parecía tener la edad de mis maestros, la altura de una estatua y el peso de un volkswagen) decidió ir al baño... bendije su orina por permitir acercarme y entregar el poema desgastado.


Ocho mil setescientos cincuenta kilometros había entre el vagón del metro y Londres, donde después me enteré que estabas en el momento en que nació el poema; acabo de salir a contar los doscientos pasos entre mi puerta y tu escalón donde brincaste esta mañana.


El tiempo encoje el mundo y te sigue alejando remotamente a diez años y dos cuadras.



1 Comments:

  • El hilo de la historia es genial... un juego de tiempo, palabras y antros.

    Licor estéril...


    saludos!

    Fluoxetina :)

    By Anonymous Anonymous, at 8:37 PM  

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