Risk-o 

Las horas violentas

Boutique Prozac

Las horas violentas van asesinando los días cuando la aventura va guiando nuestras cosas mejor de lo que acertáramos a desear. Nos acompañamos de la abstracta utopía aferrada a nuestra muñeca izquierda y a nuestro calendario terrenal, se disuelve entre los ocasos y las edades mentales de obsesión, nos congelamos en las horas pasadas y vivimos en ellas durante toda nuestra efímera eternidad.

De cuando se descompone el tiempo.

Y no precisamente el clima es un exclusivo factor que rompe contextos e irrumpe tempestuosamente en los apolillados cánones establecidos por nuestros horarios y rutinas, no , es como cuando incluyes un nuevo cubito de hielo a la ya adaptada sociedad de otros cubos conviviendo en el vaso, se manifiesta un choque entre ellos, se escucha el crujir del disgusto, sin mencionar que ya alteraste la temperatura del vaso anfitrión, y existe la posibilidad de un caótico derrame sobre la mesa. O puede ocurrir algo semejante cuando agregas una cuerda nueva a la guitarra, esta, viene a llenar el vacío de la que tuvo ya la desgracia de partir al otro mundo antes que las demás, es una ley, unos mueren primero que otros, aunque se han dado casos muy extraños de que dos o mas cuerdas parten de ser una armoniosa familia de 6, a recibir cristiana sepultura al mismo tiempo, o sea, que terminan su ciclo de vida en un mismo rasgueo,(como he dicho, estos son solo casos muy extraños y no quiero caer en el amarillismo sensacionalista rayando en el morbo de la muerte). Se agrega este nuevo elemento a la antigua familia que manifiesta su duelo en discordantes notas, proyectando una terrible subestimación discriminante hacia la recién ajustada tripa sonora, provocando en esta escalofriantes berridos como los de un niño en su primer día de kinder.
Un tercer ejemplo de descomposición del tiempo podría darse cuando te encuentras aferrado del vacilante tubo de metal que pasa sobre tu cabeza y recorre lo largo del autobús,(para todo aquel que no conozca la definición de autobús, o que nunca se haya aventurado a trepar en uno de ellos, o que no quiera aceptar que lo ha hecho, me refiero al transporte publico, o mas bien, el buen samaritano de metal que escupe humo, y que nos lleva a nuestros destinos diarios, conduciéndonos a inverosímiles historias urbanas en cada viaje),tienes solo 30 centímetros cuadrados como territorio de movimiento, y haces desfiguros para mantener la vertical y no tropezar con el niño vendedor de dulces, el cual su único pilar de estabilidad física es seguir amarrado a tu pierna izquierda.
Buscas un lugar disponible y envidias al hombre que ha encontrado uno, por lo visto, un buen rato antes, ya que la faena y el ruido callejero no perturban su profundo sueño, ahora no es solo un asiento donde el descansa, es un lecho, un pedazo de cielo que lo cobija con esas nubes de ensueño, ahora no solo viaja en un autobús, ahora viaja también por las impredecibles aguas del subconsciente, del descanso, por aquellas rutas celestinas, por aquellos bosques del encanto, con las hadas de azúcar, con Hansel y Gretel......mientras el resto de la tripulación soporta la realidad de sus infernales ronquidos.
Alcanzas a divisar la siguiente parada y entristeces un poco al darte cuenta que faltan otras 9 mas para abandonar aquélla romería sobre ruedas, entre el tumulto que espera en la calle, adivinas una figura fémina de proporciones descomunales, empiezas un poco a divagar hasta encontrarle una forma terrenal, cuando te aseguras de que es un vestido el que tiene puesto, y no un globo aerostático como pensaste, agita su mano al conductor como una orden para detenerse, deja sus 5 bolsas del supermercado en el suelo y una jaula con un perico dentro, descansa una botella de cocacola en sus caderas como si un portavasos fuera extensión de su cuerpo, ataca el churro relleno de canela en su boca y cumple su amenaza abordando el bólido, ciento ochenta kilos mas entre nosotros, quince centímetros de territorio perdido per cápita, cinco grados centígrados mas de temperatura, y una gama de diversos y dantescos aromas ‘engalanando’ el ambiente. No hay forma de abandonar aquella parodia de la caja de Pandora, ya estas involucrado en esa temeraria aventura como si estuvieras dentro de la mafia, quieres abandonar pero tu decisión no cuenta, no tienes forma de girar tu cuello y asegurarte,- ya no de encontrar tu parada-, sino de seguir en la misma ciudad, ahora no solo el compañero de viaje que duerme es el único envidiado, sino también el perico que tiene mas libertad de movimiento, y también de expresión, pues no deja de verte retadoramente a los ojos recriminando con una maligna oración: ‘pendejo, pendejo’!

Se descompone el tiempo en cada viaje, en cada libro, en cada noticia, no se puede acomodar una nueva amistad como un nuevo portarretratos en la mesita, ni una aventura como un tronco en la chimenea, o el amor en la cuenta bancaria, ni dejar que el tiempo nos descomponga, es mejor – y mas divertido- descomponerlo uno mismo, darle el sabor que condimenta las horas, no escoger el menú de un insípido día...