Tepoztlan, cerca del cielo

Tepoztlan, Estado de Morelos.
Fui depositado en un pueblo llamado Ocotepec a un lado de una iglesia de piedra con una sola cupula unica en su especie, ocho en punto de la mañana, mis amigos Francesco y Fernanda hicieron el favor de abandonarme en ese rincon del cielo para esperar el camion que me llevaria a Tepoztlan y ellos partir hacia sus sacrificadas clases en el 'horrible' DF como ellos lo nombran. Geograficamente Ocotepec es la encrucijada entre Cuernavaca y la ciudad de Mexico, (para mi en ese momento).
Todo derecho era la ruta señalada para llegar a la piramide de Tepoztlan segun los datos de un ciudadano de ese reino libre de la contaminacion del neon y de Mcdonalds, caminos de piedras, flores, cafe, el espectro de la mañana y el bolero sacandole brillo a la serenidad del performance de la vida, como si el mundo estuviera recien boleado.
A zancadazos queria comerme el pueblo y seguia todo derecho elevandome poco a poco sin darme cuenta, la ciudad iba subiendo de nivel y de vez en cuando me detenia a congelar imagenes sin camara, quisiera fotografiar el mundo en mi cabeza.
La escalera natural me iba guiando, subiendo por ese caminito humedo, un tunel con paredes de piedras y manantiales donde a veces no alcanzaba a llegar la luz del sol y si no habia el cuidado necesario podia resbalar teniendo de unicos testigos a los arboles que no se les veia muchas ganas de correr y avisar en caso de emergencia, tiempo estimado de ascenso cincuenta minutos, cincuenta minutos atleticos, asi que mi tiempo estaba contado para poder llegar a la piramide, acostarme, meditar y platicar con los mexicas, bajar, tomarme una chela en uno de esos puestecitos sagrados, comprar un souvenir, almorzar con Ruth, platicar con Mateo (el Maters), recibir su catedra de iniciacion como lo hicieron los Beatles en ese pueblo y con el, sentarme en el tronco donde fumo John, entender el Diogenico estilo de vida de Maters, tomarme un te de hierba buena y otro de mala, despedirme, ir a la terminal de camiones, viajar a cuernavaca, alcanzar el camion al 'horrible' DF y llegar arrastrado al aeropuerto.
Asi que me lo tome con calma mientras iba subiendo y pisando esas rocas humedas y peligrosas pensaba: Tranquilo, sube tranquilo, que mas vale perder un vuelo que perder un huevo.